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CUANDO TE VEO

Actualizado: 24 nov 2018

Cuando te veo siento que el silencio me corroe, siento que una fuerza tira de mí señalando algo perdido. Cuando te veo creo en la necesidad de sonar, de moverte, de atraparte en mis manos con el único deseo de sentir la vibración de tus notas. Con el pasar el tiempo, mis manos aún te recuerdan ¿y el recuerdo de tu forma y de tu canto aún permanece en mis oídos. Eres lo mejor que tengo, lo único que tengo, mi motivo para escuchar, al ver tu armazón hay algo que me mantiene vivo, aquel pum al golpear tus costados, aquel melodioso ritmo de tus cuerdas; vivo preguntándome si será este placer de la melodía lo que algún día acabará conmigo…


Cuando te veo siento el alivio de tu sonido, siento la calma al acariciarte y el miedo de perderte. Cual si fuera un lunático, en cada momento que la vida me ha llamado, siempre ha sido ahogada por el tenue llanto de tu voz.


Frecuentemente me encuentro perdido en tu encordado, como si se tratase de una telaraña, mi mente se queda en el vaivén de tu son, mis ojos son incapaces de dejar de recorrerte ¿estaré acaso perdiendo la cabeza? ¿Cómo puede tu sólida madera resultarme tan maleable? Con solo mirarte ya me invaden las ganas de volverte a tener, de guiarte y de dejarme guiar por ti.


Por ser esclavo de esta pasión ando desvariando, intentando atrapar ambiciones en la oscuridad, no me ciega el placer, no me ciega el aplastante discurso del “sé feliz”, no me ciega el repetitivo y chirriante bullicio de la ciudad. Me hallo atado a ella, mi único placer, la dueña de mi voluntad ¿estaré acaso perdiendo la cabeza? No, no es tiempo de lloriqueos, un músico es mejor que eso… si es que tengo el valor y la osadía de darme ese nombre, porque de farsante cualidades me sobran. Viendo la delicadeza de tu madera, la forma de tu ser, el hipnotismo de tus notas, alguna vez fueron aquello que me dio la fama y el reconocimiento que hoy tanto me atormenta. Una vez captas el ritmo, no hay vuelta atrás. Todo el espectáculo, toda la parafernalia, las luces, los gritos, el clamor sin sentido de burgueses que no conocen lo que es pasión por la música, he caído en un mundo de pretensiones y mentiras, pero aún me quedas tú, la liberación, la melodía, mi escape.


Cuando te veo, eres más que una herramienta, más que un instrumento, eres la luz entre toda esta bruma. A la Guitarra gracias por haberme dado esperanza) porque si bien he creído ser noble, razones para acabarlo todo no me han faltado. Miserable, terco, y lleno de tormentos, ni la nobleza del arte es capaz de rescatar a un torpe canalla de sus propios demonios. Yo, creyéndome alguien respetable, que alguna vez llegó a destacar por su talento, heme aquí, en un pozo en el que ni el llanto logra encontrar la superficie, no me quedará nada que perder, excepto la cordura ¿estaré poniéndome mayor? Si eso me extrae de esto a lo que llaman vida, espero que sí… Pero, la música, así yo sea perecedero, ella es inmortal, mi única marca en este mundo ya habrá sido plasmada sobre el mástil de aquel, mi bello artilugio sonoro.


Cuando te veo, veo mi reflejo, veo al hombre derrotado en que me he convertido, veo el brillo sobre ti, veo lo que pudo haber sido y lo que fue ¿estaré desterrado de la plenitud? Solo dios sabe que yo fui un buen hombre, que le otorgué más de mi vida a la música de lo que ella me arrebató a mí, que decidí empuñar mi Guitarra en lugar de un martillo y un cincel como mi padre. ¿Estaré acaso perdiendo la cabeza? ¿Cómo es que pude escoger la cruel vida del artista? Nada más efímero que el clamor del público y a la vez, qué gozo y qué euforia eso me ha brindado. No dejo de ser un fraude, un compositor de falsas piezas, dediqué todo mi esfuerzo en algo tan etéreo como es la música, mi vente danzaba entre lo que parecía un futuro de parabienes, ya ahora… ahora no me queda más que mi Guitarra, la dueña de mi respirar, la creadora de mi obsesión, la destructora de mi cordura.


Cuando te veo, dejo de verme a mí mismo, poco tenía que decir cuando entre mis brazos tú hacías todo lo que había por escuchar, el viajar de las notas, endulzando el viento dándome motivos para no querer terminar cada canción. Ojalá no existiera el silencio, ojalá no hubiesen palabras, ojalá todo el aire que respiro fuese melodía, quizá haya perdido todo, incluso la cordura, no soy más que un músico viejo que se refugió en sus partituras, un músico viejo que sucumbió ante las inclemencias que habían más allá del atril, más allá del teatro y de la tarima. Pronto ocurrirá… aquel último ritmo que el tambor en mi pecho produce cesará, llegaré a la eternidad, seré como el sonido, seré como las vibraciones de aquella vieja herramienta ¿llegarán a recordarme como a mis canciones? ¿Alguna vez mi voz habrá producido el mismo placer que mis manos sobre el armazón? El tiempo se agota, y yo lo hago también, así es como esta sinfonía llega a su fin, así es como las amarguras terminan y esta vez… esta vez no habrán aplausos, ni lágrimas, ni rosas a mis pies, ahora solo quedará el vacío, donde mis oídos nada más escucharán, adentrándome en él, donde su luz me atrae con un suave susurro, porque así es, la vida es vida, la música es música y yo…yo soy un hombre.


- Juan Daniel Escobar



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