Francamente, si me interrogaran sobre el inicio, ni un vestigio de razón podría emanar de mi boca, por que yo, un insensato, un patán y un ladrón, de pocas cosas sé. Sin embargo, y otorgado por la misma cuerda que llevo atada al pellejo, he coseguido escurrirme a través de las nimiedades, de los recuerdos y de la nostalgia ¡la puta nostalgia! De iluso, el individuo creería que al encontrarse un lazarillo para reposar los hombros y secarse el sudor el resto del camino perdería su tedio ¡pero ah! ¡esas son puras palabras cubiertas de recina y lubricante! ¡solo para que los débiles las podamos digerir! Porque somos seres frágiles, porque dentro del enredajo que llamamos consciencia, no somos más que gotas de agua salada en una brisa que se dirige a lo inmenso. Porque si de querer se trata, sumisos somos del sentimiento, ¡o no! mejor dicho, somos esclavos de la emoción, del proceso acústico que alguna vez creyó darnos propósito. ¿Quién soy? una piltrafa ¿Qué soy? un remiendo de imitaciones ¿Por qué? porque quererla es como abrazar un espino, porque quererla es como aferrarse a escollo mientras la marea te despoja la piel de los dedos... Porque quererla fue todo lo que he sido y no fui. ¡Ay del despropósito! que nos limita los sueños y nos restringe los pasos ¡Ay de quien crea que de virtud nadie fallece! Lamentable de quien crea que de sí mismo hay más que las huellas que lo han pisoteado. Porque si el velo que nos cubre es desencanto, el mal que nos acecha es existir.
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